El arreglo del cabello femenino en la Bética Romana
«La mujer romana estaba siempre a la última, en lo que a peinado se refiere. Estaba pendiente de las nuevas tendencias que llegaban desde la capital, desde Roma, e intentaba seguir los cánones marcados en función de sus posibilidades. Y la zona de la Bética, incluido Gades, no fue ninguna excepción, ya que sus habitantes femeninas también estaban muy pendientes de estos modelos oficiales establecidos.
Es por esto que una parte del quehacer diario de la mujer se dedicaba al peinado que, más que un simple aderezo, portaba un mensaje de gran relevancia política y social, acorde al contexto histórico de la época. Así, mientras en los primeros tiempos del Imperio los peinados eran simples-en consonancia al rol de una mujer centrada fundamentalmente en las labores domésticas y educación de sus hijos-, posteriormente se pasó a un modelo más elaborado, alcanzando su máxima expresión en el I. d. C.
Finalmente, esta búsqueda desenfrenada de un peinado atractivo como fórmula de valoración social fue concebida por la comunidad cristiana como un obstáculo para el cuidado del alma. Volvió a imperar la sencillez en el peinado, por tanto.»